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De Centro clandestino de detención a
Centro Popular de la Memoria

El Golpe Militar instalado el 24 de marzo de 1976 en Argentina reunió a las tres Fuerzas Armadas en su conjunto. Una de las principales características del Estado terrorista fue su capacidad de institucionalizar con carácter permanente y clandestino la más terrible actividad represiva ilegal que se haya conocido en la Argentina. Para este propósito se crearon los centros clandestinos de detención (CCD), los cuales llegaron a ser más de 500 en todo el país.

Los CCD fueron el principal instrumento utilizado por los represores durante la última dictadura militar para la preservación del orden social impuesto, sirviendo como eje fundamental del modelo político de las Fuerzas Armadas: el secuestro, la desaparición, la tortura y la muerte de los actores sociales comprometidos con proyectos opuestos al orden político, social y económico imperante en ese momento.

La materialidad de estos CCD que han permanecido hasta hoy, y el relato de quienes estuvieron detenidos allí, “los sobrevivientes”, son testimonios a través de los cuales acceder a la interpretación de qué fue lo que sucedió en este período de la historia de nuestro país. Estas huellas del pasado irrumpen en el presente, no sólo como sitios de denuncia y reclamo por parte de sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos, sino que muchos de ellos se reapropiaron y fueron convirtiéndose en lugares llenos de significados, en lugares de memoria. Lugares destinados a conservar y a instalar nuevas narraciones y sentidos sobre el pasado. 

Expresada en una condena social amplia al terrorismo de Estado, la memoria de la última dictadura militar en la Argentina se ha presentado, a su vez, como escenario de conflicto de disímiles formas de mirar ese pasado. El caso argentino no es demasiado diferente de otras sociedades enfrentadas a pasados traumáticos, donde la configuración de la memoria colectiva o social remitió a la forma en la cual esos acontecimientos se recordaron, resignificaron y en algunos casos olvidaron.

Durante el gobierno de Néstor Kirchner se desarrollaron políticas en materia de derechos humanos y se tomaron diferentes decisiones en torno a los mismos, entre las que sobresalen, la declaración de nulidad por parte del Congreso de la Nación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, abriendo el camino hacia la verdad y la justicia. Nulidad que permitió las reaperturas de los juicios contra represores vinculados con el terrorismo de Estado, responsables de crímenes de lesa humanidad.

Estas medidas han dado una nueva dimensión a los debates y tensiones, han contribuido a plantear cuestiones en términos de políticas públicas de largo plazo y han planteado nuevos y grandes desafíos tanto para Estado como para los diferentes grupos de la sociedad en torno a cuestiones como la memoria y la reconstrucción histórica. La ciudad de Rosario no se sustrajo a estos procesos de orden general y es en este marco en el que se inscribe la problemática en torno a la construcción de Sitios de Memoria en los ex CCD de todo el país y qué hacer con ellos.

Desde ese entonces, en Rosario se han generado diferentes acciones, tanto por parte del Estado como por parte de diferentes organismos y organizaciones de derechos humanos y también algunas en conjunto, para abordar la construcción de sitios de memoria. Tarea compleja y dificultosa, debido a que los diversos actores e instituciones intervinientes, han tenido y tienen diferentes visiones del pasado y de cómo trasmitirlo. En definitiva, acerca del sentido de dicha construcción y de su significado social. 

A raíz de estos procesos, en el ex CCD Servicio de Informaciones (SI) de la Unidad Regional II,  funcionó entre los años 2001 y 2010 el Centro Popular la Memoria.  

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